Al margen de fobias religiosas o morales, es para prender los focos de alerta la postura que actualmente toman algunos gobernantes respecto a la religión, específicamente el último acontecido en Monterrey, sobre todo porque presentan una exclusión hacia quienes no comparten o comulgan con la misma ideología y lo verdaderamente impactante es el mensaje entre líneas o el trasfondo de este suceso (el de la alcaldesa), pues no es la primera vez que funcionarios públicos de ese y otros estados estados ponen por encima de las leyes que nos rigen y que nos hacen a todos iguales; sus creencias en el dios -asi, con minúscula- de su religión.
Lo malo en el corto plazo será que de tan cotidiano que se puedan volver estas acciones marcadamente religiosas, quedaran dentro del inconsciente ciudadano (así como ya no se nos hace extraño ver a la selección mexicana empatar o perder) y que en próximas elecciones uno de los requisitos fuera la "devoción a dios"o ir a misa todos los domingos para poder participar.
La democracia amables lectores, al menos en el papel, se trata de velar por el bien de todos los gobernados y es por tanto deber de quienes se convierten en "empleados del pueblo" el dejar al margen sus creencias y sus cultos y no ser omisos en el cumplimiento de su trabajo, y nuestra obligación es vigilar a esos empleados (como si de nuestra empresa se tratase) porque corremos el riesgo de que el dicho sea modificado, quedando como:dar al césar lo que es del césar y a dios, las llaves de la ciudad.
Cabe aclarar que no se trata de una crítica hacia Margarita Arellanes por su calidad de mujer, sino por su investidura como funcionaria pública, digo, para aquellos feministas trasnochados que pretendan crear una distracción y llamar la atención hacia este punto.
Y como guinda del pastel...¿Por qué la SEGOB no le ha pedido una explicación a esta alcaldesa del motivo por el cual tomaba parte en un evento religioso, NO como ciudadana o comulgante del culto sino como funcionaria pública? ¿Quién dijo miedo? ¡Hasta la próxima!
http://www.eluniversal.com.mx/notas/928684.html
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